Historias

Newton's

 



Bajé las escaleras de mi casa rápidamente, estaba llegando tarde al trabajo, y no quería que mi jefa se enojara, en verdad no me convenía, creo que no le caía muy bien...

¿Por qué lo pienso? Porque su hijo estaba enamorado de mí y me invitó a salir ochocientas mil veces, y lo rechace setecientos noventa y nueva mil.

Sí, una vez acepte, y fue la cita más horrible que tuve en mi vida. Estaba tratando de ser lo más amable posible, pero cuando derramó su copa de vino tinto en mi blusa favorita, no pude evitar gritarle y decirle sus verdades.

Eso fue hace dos años, cuando todavía estaba en el instituto. Estaba segura que nunca lo volvería a ver, ni a él, ni a sus padres, por lo que no me preocupó que su madre viniera a gritarme a la mañana siguiente porque, había roto el corazón de "su niño".

Oh sí, lo había hecho.

Pero ahora estaba en la universidad, y Mike Newton iba a la misma que yo en Nueva York. Lamentablemente no se había mudado solo, sus padres también lo habían hecho, y habían puesto su negocio aquí.

Cuando entré a la universidad me había conseguido un empleo en un Starbucks en el centro comercial, pero cuando lo cerraron, tuve que conseguirme otro trabajo. Y yo, con lo suertuda que soy, el único empleo que conseguí fue en el negocio de los Newton.

Error.

Hubiera sido mejor que me consiguiera trabajo de recolectora de basura, pero no, tuve que ir a ese lugar infernal donde la madre del estúpido de Mike me hacía la vida imposible. Bien, no había nada que hacer más que soportar.

Entré a la cocina y tomé una barra de cereal. Por suerte tenía a mis dos mejores amigas, Rose y Alice. Ellas hacían que mi vida aquí en Nueva York no fuera tan mala.

Ellas, junto a sus novios, Jasper y Emmett, eran unas de las personas más buenas que había conocido. Las tres los conocimos cuando llegamos aquí, iban a la universidad con nosotras, y en cuanto se vieron se enamoraron.

Subí a mi coche a mi coche mientras pensaba en mi vida aquí. Sentía que algo me faltaba, tenía a mis mejores amigos, pero no estaba completa.

Alice tenía a Jasper, y Rosalie, tenía a Emmett, y yo no tenía a nadie. Linda ecuación.

No es como si hubiera estado toda la vida sola. En Forks, donde vivíamos antes las chicas y yo, tenía un novio. Se llamaba Jacob, pero él se había ido a estudiar a Canadá, por lo que habíamos decidido terminar.

En realidad antes era al revés, yo era la que tenía un novio formal, con el que había estado dos años, cuando las chicas eran las que tenían diferentes citas todos los sábados.

Ahora yo, solo por que las chicas me habían obligado, tenía citas casi todos los fines de semana con diferentes chicos, mientras ellas se quedaban con sus amorosos novios. Sospechaba que lo hacían para no sentirse culpable por dejarme sola, y no por sus ganas de conseguirme un novio.

Estacioné mi coche y entré al negocio en el que trabajaba. Una cafetería y biblioteca al mismo tiempo, yo atendía en la cafetería. La gente compraba algo para beber y podían tomar un libro de las estanterías para leerlo.

Luego de ponerme mi uniforme fui a atender la cafetería para que la chica del otro turno pudiera irse.

No había mucha gente, y los pocos que habían ya estaban en sus mesas.

Me senté en la silla que había detrás del mostrador y tomé el libro que tenía en mi bolso, podía tranquilamente tomar la copia del libro que estaba leyendo del negocio, pero con mi mala suerte le volcaría una taza de café encima y la señora Newton lo descontaría de mi paga.

Estaba sumergida en Cumbre Borrascosas, libro que había leído ya una 10 veces, cuando una dulce voz aterciopelada me llamo.

— ¿Vas a atenderme o seguirás leyendo? — preguntó el chico riendo, tenía una voz hermosa.

— Oh, lo siento, ya te atiendo. — contesté aún sin mirarlo, tomé el señalador de mi bolso y lo puse en la página donde me había quedado, para poder seguir más tarde.

Cuando levante la vista me quedé helada. El chico más hermoso que había visto jamás estaba parado frente a mí. Tenía los ojos verdes resplandecientes, y el cabello despeinado de un extraño color cobre. Sus rasgos eran perfectos, mandíbula angulosa, nariz recta, y tenía el cuerpo de un modelo. En verdad el chico era muy sexy.

— ¿Te digo lo que quiero llevar? — preguntó pausadamente, seguro ahora piensa que soy una tonta, me regañé mentalmente por haberme quedado mirándolo embobada.

— Sí, lo siento, estoy un poco distraída hoy. — me excusé. Tu me distraes. ¿Qué me pasaba? Está bien, el 
chico era lindo, pero yo no era de esas chicas que se quedan mirando a los chicos como si fueran un pedazo de carne. — Dime. —

— Bien quiero un Latte Macchiato y una porción de tarta de frambuesas. — hice una mueca.

— ¿Seguro? — Le pregunté. La tarta de frambuesas de este lugar no era muy buena.

— Sí, ¿Por qué? — respondió extrañado.

— Es que en verdad, — me acerque un poco más a él para que nadie oyera. — la tarta de frambuesas de este lugar, — miré a ambos lados. — es horrible. — comenté.

—No me digas. — respondió risueño.

—En serio. — sonreí alejándome un poco. — No le digas a nadie que te dije, pero en verdad sabe a jarabe para la tos. — el volvió a reír.

— Bueno, entonces, ¿qué me recomiendas? — preguntó.

— Mis favoritos son el cheesecake y el lemon pie, si no también tienes la clásica torta de chocolate. — le ofrecí, aunque la tarta de frambuesas era horrible, los demás postres estaban bastante bien.

— Bien, entonces el latte macchiato y una porción de cheesecake. — me guiñó el ojo y yo me sonrojé. Malditas reacciones involuntarias.

Tomé una porción de tarta cheesecake y la coloque en un plato con un tenedor, luego se lo tendí al chico. 

Me giré y me puse a hacerle el café. Cuando terminé se lo tendí también.

— Aquí tienes. — le dije luego de darle su pedidol.

— Gracias. —  respondió con una sonrisa ladina que hizo acelerar mi corazón, ¿qué me estaba pasando?   
— ¿No vas a ir a leer? — pregunté extrañada al verlo quedarse allí.

— No. — Respondió aún sonriendo. — No puedo concentrarme con tanta gente alrededor . —

—Oh. — me limité a responder. Era raro que alguien viniera aquí y no leyera, los precios eran más altos por el servicio extra, nadie quería pagar más por un simple café y porción de torta. Me senté en la silla en la que estaba antes sentada, justo quedaba frente a él. —

— ¿Cómo te llamas? — preguntó luego de darle un trago a su café. —

— Bella. — le sonreí. — ¿Y tú? —

— Edward. — contestó sonriente, Edward, antiguo pero lindo. — ¿Y te gusta este trabajo?— se notaba que quería sacar un tema de conversación. No que me molestara.

—¿Te soy sincera? — le pregunté, él asintió con la cabeza. —En realidad no, el trabajo no es malo, pero no tengo una muy buena relación con mi jefa. —

— ¿Por qué? —

—Hace dos años salí en una cita con su hijo, fue el peor error de mi vida, y la peor cita de mi vida. Luego de que me tirara su copa de vino encima, le dije un par de cosas no muy agradables. Desde ese momento ella me odia y me hace la vida imposible. —  no podía creer que le estuviera contando todo esto a un tipo que ni siquiera conocía.

— ¿Entonces por qué no renuncias? — preguntó confundido, en verdad parecía que interesado en lo que le decía, era raro, no me gustaba hablar con desconocidos, pero con él, las palabras salían sin que me diera cuenta.

—Necesito el dinero, estoy en la universidad y vivo con mis amigas, no puedo mantenerme si no trabajo. —
 — Oh. — asintió con la cabeza en señal de entendimiento.

— ¿Y tú? ¿Vas a la universidad? — esta vez pregunté yo, parecía que tenía más o menos mi edad.

—Sí, estudio medicina. — yo sonreí.

— Interesante. — respondí sincera. —Yo estudio literatura inglesa. —

— Me gusta. — confesó. —Me gusta mucho leer. — Asentí. —Oh, tengo que irme, tengo clase en 20 minutos. — exclamó luego de mirar el reloj.

— Bueno, suerte. — respondí un poco decepcionada de que tuviera que irse tan pronto.

— Toma. — dijo dándome un billete de veinte, rápidamente le cobre y le entregue el cambio. — Ahora que descubrí este lugar creo que voy a venir seguido. — me guiñó un ojo y se fue.

Me mordí el labio inferior mientras veía la puerta de entrada cerrase tras él.

— Ojalá sea pronto. — susurré.

The Bad Thing

 




Porque no todos los deseos y sueños se hacen realidad, y Bella y Jasper, no están destinados a estar juntos.

La miro fijamente y pienso. La observo, se ve tan frágil, tan suave, tan dulce, tan humana.
Veo sus ojos achocolatados, llenos de amor y sentimientos. Demostrando cariño y afecto por todos en aquella casa.

Puedo ver el amor que siente hacia Edward. El cariño que siente por Emmett y Alice, quienes son como sus hermanos. Noto el total respeto que Rosalie le figura, a pesar que la rubia se jacte de odiarla. El aprecio y agradecimiento por Esme y Carlisle, son difíciles de describir, los quiere, como si fueran sus padres.

Pero no entiendo lo que la pasa conmigo. Siento su corazón acelerarse cuando me acerco o la toco, trato de comprender sus emociones, pero son tantas y tan confusas… ¿Es acaso miedo lo que siente?

Miro a Alice, y observo cómo se ríe felizmente, hablando con la pequeña y frágil humana a su lado.

Todos se levantan y nos comunican, a Rosalie, Bella y a mí, que se irán de caza. Me río internamente por dicha estupidez. ¿Dejar a Bella con Rosalie y conmigo? Es una completa idiotez.

La rubia lo único que hace es odiarla, y yo… yo quiero darle todo lo que Edward no.

La primera vez que vi a Bella, algo en ella llamó mi atención. Quizá fueron sus ojos, de un chocolate tan profundo.

Aunque el don de Edward no funcione en ella, el mío si lo hace. Y es todo tan real, sus emociones son tan vividas, que es difícil no pensar en lo especial que es.

La observo detenidamente. Trata de profundizar el beso con su amado, pero él la rechaza y se aleja.

Ambos sabemos que solo lo hace para protegerla, pero puedo sentir su frustración. En verdad ella quiera algo más que simples y castos besos.

Lentamente todos los vampiros abandonan la casa. Todos menos los más peligrosos para la humana.

Rosalie suspira enojada, puedo sentir que ella realmente no detesta a Bella, solo detesta sus decisiones 'erróneas'. Sube las escaleras rápidamente y se encierra en su habitación. Sé que no va salir por un buen rato.

Miro a Bella fijamente, sus ojos me cuentan todo lo que ella no me dice. Ella también lo desea, yo sé que es así. Me levanto lentamente, en ningún momento despego mi mirada de la suya. Es demasiado hermosa como para dejar de mirarla cuando tengo el camino libre para hacerlo.

Camino hasta el patio trasero y admiro las flores que Esme con tanto esmero ha cuidado. Ella no solo tiene ese don para cuidar de sus hijos; ella puede cuidar de cualquier cosa que tenga vida. Incluso de las flores.

Espero pacientemente sentir su presencia. Sé que se va a acercar a mí. Tiene que hacerlo.

Y no me equivoco. Antes de lo esperado, ella está junto a mí. Mirándome. Puedo sentir su mirada clavada en mi nunca, aún así, no volteo a verla.

Me gusta sentir que me observa, que no le soy indiferente. Y aunque sé que está mal, no puedo hacer más que desearla.

Porque sí, deseo hacer todo aquello que Edward no quiere, ni puede.

Deseo probar su sangre.

Deseo besarla apasionadamente.

Deseo convertirla.

Deseo condenarla a esta no-vida por siempre.

Deseo estar con ella hasta el fin de mis días.

Pero sé que eso es imposible.

Porque ella me desea. Pero no me ama.

Ama a mi hermano más que a la vida misma.

Igual que yo amo a Alice.

Y el amor siempre esta antes que el deseo.

La miro, y le sonrío. Ella me sonríe de regreso, y toma mi mano.

Aquel, que para cualquiera es un detalle insignificante, para mí, es la más grandiosa muestra de afecto que ella puede tener para conmigo.

Porque aquella simple caricia, es lo único que podremos compartir.

Porque, aunque ambos queramos estar juntos, ambos amamos a otro.

Tarta de Frambuesas y Cheesecake

 



Edward Pov:

Subí a mi auto y cerré los ojos. Tenía un nudo en él estomago, como si tuviera miles de mariposas dentro. Estaba demasiado nervioso, y quería calmarme antes de manejar, hoy no era el día indicado para tener un accidente.

Puse Claro de Luna, Debussy siempre me ayudaba cuando estaba nervioso, y hoy era uno de esos días. Sin contar que Emmett no había ayudado mucho.

Se la había pasado toda la mañana haciéndome chistes malos. Emmett, mas nervios, no son una buena mezcla, y en ese momento sentía que la cabeza me iba a estallar.

Cuando estuvo un poco más calmado arranqué el coche, hoy iría a verla a ella. Bueno, no precisamente a ella, pero igual la vería, y eso me ponía demasiado nervioso.

Hacía semanas que la observaba, todo en ella me llamaba a acercarme, sus ojos cafés, tan brillantes y hermosos, su cabello chocolate, ondulado y largo, enmarcaba su hermoso rostro, y su voz...

Su voz era hermosa, como campanillas tintineando en el viento, nunca había hablado directamente con ella, pero la había escuchado.

Me había enamorado de ella desde el primer momento que la vi, era tan perfecta y carismática, hasta cuando la veías enojada se veía hermosa.

Alice y Rosalie, las novias de mis mejores amigos, Jasper y Emmett, me habían aconsejado que le hablara, me dijeron que si era tan buena como yo la describía, se interesaría en mí. Yo no estaba muy seguro de eso, pero Alice estaba convencida de ello, y yo jamás, apostaría contra Alice.

Eso no significaba que me sintiera seguro, ella no estaba enterada de mi existencia. Hacía dos meses, Jasper me había recomendado una cafetería que tenía biblioteca, él sabía que yo amaba leer, y me había contado que una amiga suya trabajaba allí y también me había comentado que era un lugar muy lindo.

La primera vez que fui la vi a ella, tan hermosa como siempre, charlando animadamente con una de sus compañeras. No podía despegar mi vista de ella, era simplemente perfecta, todo lo que había buscado en una mujer, ella lo tenía.

Era bella, era simpática, era inteligente  —y eso lo sabía por comentarios que había escuchado provenientes de ella, y por lo que leía —, y era buena. En verdad era perfecta. Los primeros días trataba de encontrarle algún defecto para sacármela de la cabeza, pero nunca encontré nada, sus comentarios perspicaces y como actuaba cuando un chico ligaba abiertamente con ella, mostraba que no tenía un carácter fácil, pero que a la vez, era muy buena persona.

Y hoy por fin, me atrevería a hablar con ella, luego que mis amigos me insistieran por días, me habían convencido, y no me iría de ese lugar sin al menos saber su nombre.

Estacione mi carro frente a la cafetería Newton´s y entre al lugar. Una mezcla de aromas me golpeo, podía oler vainilla, chocolate, y café. Recorrí el lugar con mi mirada buscándola.

La encontré sentada detrás de la barra, leyendo un libro. Estaba tan inmersa en su lectura que no notó cuando me senté frente a ella del otro lado de la barra.

Me quede allí mirándola por mucho tiempo, en realidad no estaba seguro de cuánto había pasado, podía quedarme horas mirándola sin aburrirme. Me apasionaba ver como se mordía el labio inferior de vez en cuando, o como fruncía el ceño cuando leía algo que no le gustaba, sin siquiera darse cuenta de mi presencia.

El libro que tenía en sus manos se notaba que era viejo y que había sido leía demasiadas veces, tenía el lomo muy desgastado y con arrugas en las tapas. De seguro el libro era suyo, los ejemplares que tenían en la biblioteca del lugar estaban en perfecto estado.

Decidí que era momento de hablarle, por más que me encantaba mirarla, alguien podría darse cuenta, incluso ella, y podían pensar que era un psicópata o algo por el estilo.

Me aclaré la garganta y hablé — ¿Vas a atenderme o seguirás leyendo? — pregunté riendo al darme cuenta que aún no me había notado.

— Oh, lo siento, ya te atiendo. — respondió tomando su señalador y poniéndolo en la página en la que se había quedado.

Cuando levanto la vista me perdí en sus ojos, de cerca era aún más hermosa, y sus ojos eran mucho más expresivos, no podía creer que ella existiera realmente, era perfecta, y su leve sonrojo la hacía aún más linda.

Me hubiera quedado mirándola por más tiempo si no fuera porque ella iba a pensar que era un loco y me echarían a patadas del lugar, y lo que menos quería ahora, era alejarme de ella.

— ¿Te digo lo que quiero llevar? — hablé pausadamente, aún hipnotizado por la mujer que tenía enfrente.

— Si lo siento, estoy un poco distraída hoy. — se sonrojó y sacudió la cabeza levemente, dudo que hubiera notado su reacción, por que siguió hablando como si nada. — Dime. —

— Bien quiero un Latte Macchiato y una porción de tarta de frambuesas.— hizo una mueca de asco.

— ¿Seguro? — cuestionó. La miré extrañado. —

— Sí, ¿por qué? — No entendía que tenía de malo mi pedido, por lo general solo tomaba un café, pero hoy no había tenido oportunidad de comer nada, por lo que había pedido algo más.

— Es que en verdad, — se acerco más a mí como si me fuera a contar un secreto, y se me erizaron los vellos de los brazos al sentir su aliento golpeando mi rostro. — la tarta de frambuesas de este lugar, — miro a ambos lados, vigilando que nadie la escuchara. — Es horrible. — culminó. Me reí por la forma en la que me lo había contado, como si fuera el más grande secreto sobre la tierra

— No me digas. —respondí riendo.

— En serio. — afirmó sonriente mientras se alejaba, una sensación de vacío me embargo. — No le digas a nadie que te dije, pero en verdad sabe a jarabe para la tos. — me reí de su ocurrencia.

— Bueno, entonces, ¿qué me recomiendas? — pregunté, queriendo saber cuáles eran los postres que ella prefería, cualquier información era buena.

—Mis favoritos son el cheesecake y el lemon pie, si no también tienes la clásica torta de chocolate. — ofreció pensativa.

—Bien, entonces el Latte Macchiato y una porción de cheesecake. — le guiñé un ojo y ella se sonrojo, una reacción que me pareció de lo más tierna.

Se dió vuelta y comenzó a hacer cosas detrás de la barra, a los pocos minutos ya tenía mi café y mi cheesecake delante de mí.

Cuándo le di el primer bocado a la tarta me miró con el ceño fruncido, no entendía el por qué de su reacción por lo que esperé a que hablara.

—¿No vas a ir a leer? — me preguntó extrañada.

— No. — le sonreí. — No puedo concentrarme con tanta gente alrededor. — En realidad no puedo concentrarme si tu, estas alrededor, pensé.

— Oh. — respondió simplemente, aún tenía el ceño fruncido.

— ¿Cómo te llamas? — pregunté después de beber un poco de mi café, era lo que mas me interesaba en este momento.

— Bella . — sonrió. Bella, le iba perfecto. — ¿Y tú? —

— Edward.– respondí — ¿Y te gusta este trabajo? – cuestioné, tratando de sacar algún tema de conversación.

— ¿Te soy sincera? — asentí con la cabeza. —En realidad no, el trabajo no es malo, pero no tengo una muy buena relación con mi jefa. —

—¿Por qué? — le pregunté, todo en ella me daba curiosidad.

—Hace dos años salí en una cita con su hijo, fue el peor error de mi vida, y la peor cita de mi vida. Luego de que me tirara su copa de vino encima, le dije un par de cosas no muy agradables. Desde ese momento ella me odia y me hace la vida imposible. —  Eso me confundió, si a mí me pasara eso, no dudaría en renunciar.

— ¿Entonces por qué no renuncias? — En verdad quería entender lo que pasaba por su cabeza.

— Necesito el dinero, estoy en la universidad, y vivo con mis amigas, no puedo mantenerme si no trabajo. —

— Oh. — asentí con la cabeza, ahora comprendía, aunque seguía pensando que debería buscarse otro trabajo.

— ¿Y tú? ¿Vas a la universidad? — esta vez fue ella la que preguntó, lo que me alegro, aquello significaba que yo le interesaba, ¿cierto?

—Sí, estudio medicina. — ella sonrió.

— Interesante. — respondió sincera. —Yo estudio literatura inglesa. — comentó.

— Me gusta. — en verdad me encantaba. — Me gusta mucho leer. – Asintió. Miré la hora de mi reloj y tuve ganas de gruñir, no quería irme aún, pero no podía llegar tarde a mis clases. — Oh, tengo que irme, tengo clase en 20 minutos. —

— Bueno, suerte. — dijo, sentí algo de decepción en su voz, pero no podía asegurarlo.

— Toma. — le pagué y rápidamente me dio el vuelto. — Ahora que descubrí este lugar creo que voy a venir seguido. — le guiñe un ojo y me fui. —Muy pronto nos vamos a volver a ver Bella.– susurré sonriente luego de que la puerta se cerrara detrás de mí.